16 jul 2008

¿Y AHORA QUÉ PASA, EH?

A unas semanas de la toma del Colegio Nacional de Buenos Aires que conmovió a la comunidad educativa entera, es necesario sentar cabeza y reflexionar acerca de determinadas cuestiones para poder seguir avanzando en la justeza de nuestros reclamos de la mejor manera posible, señalando aciertos y desaciertos.
Luego de más de un año de lucha, nos levantamos contra el incumplimiento y la política corrupta y privatizadora del Consejo Superior, quienes no hacían más que negar sistemáticamente nuestros reclamos: la puesta en marcha de un proceso democratizador que nos eleve a los protagonistas del colegio, docentes, estudiantes y no docentes, a la participación en la toma de decisiones, a través de un Consejo Directivo discutido en los claustros, para ubicar la educación en función de quienes la protegen y la mantienen. Fue así como, tras una toma conjunta de los preuniversitarios en mayo del 2007, logramos arrancar al CS un Acta Compromiso, en el cual las máximas autoridades de la UBA garantizaban la aplicación de los Consejos Directivos, basando su conformación y atribuciones en un real consenso entre los proyectos presentados por los diferentes claustros de la comunidad educativa. Durante ese año fueron varias las movilizaciones hacia el Consejo reclamando el cumplimiento de dicha acta en tiempo y forma, y para poner en la agenda de discusión nuestro reclamo.
Tal vez no valdría la pena hacer un recuento de cada asamblea, de cada reunión, de cada una de las cosas que pasaron, pero podemos identificar algunas instancias que se manifestaron como claves en el desarrollo de este conflicto.
La inminencia del problema de la lucha por la democratización se ha manifestado entre nosotros desde que hemos organizado jornadas para debatir acerca del estado de la educación en general, el martes 25 de junio. Por diversos factores, a estas jornadas no asistieron muchos estudiantes, pero al día siguiente, luego de una concurrida marcha al Consejo Superior, se levantaron los turnos y se establecieron comisiones espontáneas para discutir acerca de los problemas que nos atañen como alumnos, como colegio, como centro de estudiantes (en esto ultimo sobre todo en lo respectivo a la organización interna).
Éste fue el puntapié para que el lunes siguiente más de quinientos chicos se expresaran para manifestar el rechazo terminante a las prórrogas infinitas del Rectorado e iniciaran una toma contra el Consejo Superior y en repudio al incumplimiento del acta de compromiso. Creemos que estuvo bien haber tomado el colegio, y bajo esas circunstancias, porque nos encontrábamos ante un hecho histórico objetivo, el vencimiento de un plazo, y la magnitud de la corrupción del CS nos indicó que era el momento de oponer una reacción política a su sistemática negación acerca de nuestras reivindicaciones que, con luchas anteriores, los preuniversitarios le habíamos impuesto producto de las necesidades de la educación pública. Entendiendo que la expiración de una fecha no constituía la suficiente presión para el Consejo, hemos arribado una medida mayor.
Un eje importante que atravesó nuestra medida de fuerza, fue la actuación de los distintos sectores determinantes: los docentes, los padres, las autoridades y los medios de comunicación.
En relación a los docentes, pudimos caracterizar el rol de distintos grupos que participaban activamente de las decisiones del claustro. El gremio de la CTERA, gremio al que pertenece González Gass, se situó como un férreo aliado de las políticas de las autoridades, apoyando las medidas de judicialización de la toma y de sanción efectiva a quienes habían participado de la asamblea que derivó en la toma del colegio. Es decir, tuvo un papel de confrontación directa hacia nuestra política, acrecentando presiones a través de los medios y los padres. Su rol fue determinante en la Asociación Docente; esta misma posición tomaron las autoridades.
Sin embargo, también existió un reducido grupo de docentes, miembros de la comisión directiva docente y otros independientes, que, mas allá de cualquier otra diferencia, buscando el dialogo y la conciliación entre los sectores de la comunidad educativa del Nacional, remarcó una cuestión fundamental de la lucha: denunciar al Consejo Superior como agente del incumplimiento del acta y la falta de voluntad para resolver nuestro reclamo. Pero estos docentes que en principio estaban dispuestos a apoyarnos, vieron limitada su fuerza, y por eso decidieron no asistir al dictado de clases mientras se mantuviese la medida de fuerza. Nosotros intentamos estimular el desarrollo de la actividad educativa del colegio, aún con el establecimiento tomado, para no retrasar la transmisión de la enseñanza que defendemos y que, creemos, hay que mejorar; pero la altísima mayoría de los profesores no se prestó a ingresar al establecimiento si es que tampoco podían pasar los preceptores, miembros del claustro único docente, y las autoridades.
Desde nuestro punto de vista, pese a que los preceptores ofician como el agente ejecutor de las políticas de las autoridades (en muchos casos restrictivas del desarrollo movimiento estudiantil y de la independencia del CENBA), consideramos como un error, y estamos convencidos de que no estuvo bien, haber intentado quebrar la unidad del claustro docente mediante esta rigurosa selección acerca de quienes podían ingresar al colegio a ejercer su actividad, y quienes no. Respecto a las autoridades, segundo condicionamiento de parte de los profesores, la cuestión es un poco más complicada ya que nos encontramos ante la paradoja de que una toma del colegio con clases, con autoridades y con ‘normal’ funcionamiento, pareciera no ser en verdad una toma; pareciera ser simplemente “la declaración de una toma”, pero no una toma en sí. Pero así como seguimos defendiendo el que hayamos tomado el colegio en ese momento, también nos criticamos el haber generado una situación de enorme tensión respecto de la situación con los directivos internos, haciendo foco en ello, y corriendo, objetivamente, el eje del conflicto.
En aquella semana hemos hecho más hincapié en la puja con Gonzales Gass que en la batalla librada contra Hallú y la politica privatista del Consejo Superior. Tal vez debimos ser mas flexibles en este punto, y admitir a Gass como un elemento clave en la alianza con nuestros docentes, alianza más que necesaria por la relación de fuerzas con el Consejo Superior, y para la consecución de un reclamo que llevamos a cabo, en mayor o en menor medida, ambos claustros.
En suma, para evitar el quiebre con el grupo de docentes que habría estado dispuesto a apoyarnos durante la toma, y para evitar el aislamiento en el que nos hemos encontrado, desde el primer momento deberíamos haber sostenido la toma con clases y no deberíamos haber fragmentado al claustro docente. En pos de intentar concretar esta unión, desde el principio deberíamos haber reconsiderado el ingreso de González Gass y los preceptores, siempre bajo ciertas condiciones. Esto no quiere decir que nosotros desconozcamos el papel que juega la actual rectora en nuestro colegio como ‘delegada’ de la política del Consejo Superior; pero no consideramos, tampoco, que ese paso habría significado resignar la independencia del CENBA.
A su vez, reconocemos tardía nuestra convocatoria y accionar frente a los padres, quienes apoyaron nuestro reclamo y se dispusieron a actuar de mediadores de cara a la denuncia penal y a las continuas amenazas de sanciones y expulsiones por parte del rectorado de la UBA formando una comisión de padres para aquello. Aunque por otra parte, también hubo un sector más numeroso de padres que en un principio hasta le pedía a Gonzalez Gass, corriéndola hacia un extremo, que nos sancionase y castigara severamente, pero que hacia el final, se declaraban “A Favor de los reclamos, en Contra de la Toma”, lo cual significa un importante avance. De este modo logramos sentar la discusión en nuestros hogares, charlando con nuestros padres acerca del deterioro y liquidación de la educación pública, y de la salida que planteamos al respecto: la democratización.
Así como encontramos algún respaldo en nuestros padres (cuyo compromiso medimos como algo más perdurable que el de aquellos que no tenían mas consigna que la negación de nuestros actos y el retorno inmediato a clases), y en cierto foco de la comunidad educativa, no fue tal el apoyo por parte de la sociedad. Debido a la constante tergiversación de los hechos, por parte de los medios de ‘’información’’, por llamarlos de algún modo, vimos reducida nuestra capacidad de transmitir las causas que generaban la toma y el por qué de nuestra lucha de manera limpia y clara. Sin embargo, a pesar de estas limitaciones, logramos dar un estallido mediático, sensibilizamos a la sociedad y conmovimos de lleno a la comunidad educativa para volver a poner sobre las tablas todos los problemas que sufre nuestro colegio, tales como el deterioro edilicio, así como los de la educación pública en general.
Si bien no se puede decir que la toma resultó un rotundo triunfo, de ninguna manera tampoco podemos decir que fue una absoluta pérdida de tiempo, o un fracaso. Es cierto que han fallado varias cuestiones en lo respectivo a la organización de la toma, como los percances edilicios que se han sucedido o la inexistencia de una efectiva comisión de seguridad que garantizara un cierto orden dentro del colegio. Por otra parte, es destacable aquello que significó una desilusión para muchos al ver que al final solo hemos exigido para el levantamiento de la medida, reivindicaciones que tenían que ver con las consecuencias de la toma y no con sus causas (lo único que pedimos, casi exclusivamente, fue que no sancionasen a nadie por haber participado de la toma y de sus instancias precedentes). Pero esto no tiene que querer decir que la toma no fuera por los consejos directivos, la toma fue por los Consejos Directivos, solo que no fue la instancia que los podía efectivizar, porque éste es un largo proceso que no perece con una sola semana de toma, y bajo las condiciones en las que nos encontrábamos. Pero la toma sí a logrado, a través de la iniciativa estudiantil, reavivar las llamas de este conflicto para lograr su definitiva reparación mediante un proceso de debate y de concientización que se canalice en las distintas instancias de esta lucha, entendiendo entonces que lo que hemos hecho fue dar un impresionante estallido mediático o simbólico y que ahora hemos pasado a una etapa superadora, la del dialogo entre todos los sectores de la comunidad educativa, para encarar esta lucha por la democratización todo juntos y bajo una misma bandera.
Suponemos que es a través de estas experiencias que el movimiento estudiantil aprende varias lecciones, madura y crece. Hemos advertido un avance en la conciencia de los estudiantes producto del debate en comisiones o de la inminencia de este acto que, necesariamente, obligó a sentar cabeza y preguntarse qué era la democratización o cuál era el estado de la educación por la que estábamos llevando a cabo semejante medida. También hemos advertido numerosas críticas acerca del funcionamiento orgánico del centro de estudiantes, de su estructura y de la conducción. Rescatamos muchísimas de las críticas constructivas que se hicieron y coincidimos con muchas de ellas ya que, mismo, forman parte de nuestro programa que apunta al desarrollo de la conciencia activa del estudiantado para elevarlo a éste políticamente y llevarlo a la cabeza de su propio movimiento. Es a través de la garantía de distintos espacios de dialogo, de participación y deliberación que podremos profundizar el proceso de concientización ya iniciado. Respecto a la conducción, también resulta necesario eliminar las distancias entre el sector dirigente más cerrado y el estudiantado, para la construcción de un sólido y real movimiento estudiantil que no se vea trabado en el desarrollo de su conciencia a causa de la torpeza y la soberbia de la conducción a la hora de oír los señalamientos de los estudiantes en asambleas, reuniones de delegados o cualquier instancia.
Tenemos que promulgar el compromiso y la organización de los estudiantes para canalizar las reivindicaciones por la educación pública en un programa de acción a corto y largo plazo, en el marco de un proceso de lucha que ha comenzado, que ya ha dado de qué hablar, y que seguirá por mucho tiempo más. Ahora, nuestro deber es continuar con este proceso, no bajar los brazos ante las presiones que podamos sufrir, entendiendo que la mejor manera de hacerlo es mediante la organización y el compromiso activo y permanente, mediante la conciliación y el dialogo con todos los sectores de la comunidad educativa para enfrentarse efectivamente al Consejo Superior porque es eso lo que significó y aún significa democratización: reorientación social de la educación y discusión en cada claustro para el desarrollo de un modelo educativo mejor para todos los que quieran gozar de una saludable educación pública justa y en buenas condiciones.

C.E.B.A.
Corriente Estudiantil del Buenos Aires

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